Se han llevado al Papa, ¡al Santísimo Padre! Esfumado, raptado en las mismísimas narices de los guardias del cuerpo, impotentes… ¿Qué hacer? Enviar a la tropa, declarar el estado de urgencia a escala planetaria. Sólo se puede hacer una cosa: para los casos de mayor peligro, un agente muy especial. Bloody Mallory (Olivia Bonamy) es «el hombre» de esta historia. La «crème de la crème» de una organización muy eficaz del Servicio Secreto. Ella golpe fuerte, desenvaina sin piedad, llena de plomo con maldad, hace picadillo concienzudamente. Sobre todo a los demonios, diablesas y otros muertos vivientes poco agraciados, y todo desde el traumático día de su boda. Ese día, la novia iba de rojo, totalmente embadurnada de la sangre de su ya ex. Un demonio, justamente. Desde entonces Bloody Mallory dirige su propia cruzada contra todos los demonios que han sido vomitados por el infierno. Acompañada por un drag queen experta en ex-plosivos y de una adolescente telépata cuyo espíritu vagabundea de un cuerpo a otro, Mallory franquea la puerta del otro mundo. Una puerta al infieno donde ella se crea un nuevo aliado, uno de los guardianes del cuerpo encargado de la protección del Padre Santo. Un cura de impacto, que, por otra parte, no es insensible a la proximidad de sus encantos. Bloody Mallory penetra sin dudar en la prisión papal, un laberinto de galerías llenas de trampas, eficiente-mente guardada por maléficas criaturas. Y éste no es el fin de todas las sorpresas que le esperan…